lunes, 23 de marzo de 2009

La nueva película de Amenábar reabre el debate sobre la fidelidad histórica del cine

Alejandro Amenábar presentará en otoño de 2009 su nueva película “Agora”. Su ambientación histórica en el Egipto del siglo IV d.C reabre entre los historiadores la duda sobre la fidelidad del film con respecto a la realidad. Las incorrecciones de los precedentes fílmicos y sus millonarias recaudaciones muestran la dicotomía en la que se centra el debate entre historiadores y productoras.


El centro de la polémica se encuentra en la intencionalidad de dichas películas. Por un lado, lo productores reclaman los textos históricos como base para el desarrollo de una historia de libre interpretación. Su postura se basa en el hecho de que, en su mayor parte, los restos literarios y pictóricos en los que se basan las películas tienen gran parte de leyenda, como es el caso de la Iliada en la que se inspiró Hollywood en 2004 para estrenar “Troya”. Por otro lado, los historiadores muestran su enfado ya que las productoras presentan estas películas como fiel reflejo de la realidad, sin especificar que se encuentran repletas de errores históricos.

“Nuestra intención es devolverle la vida (a Egipto) con un enfoque hiperrealista” para intentar que “los espectadores vean, sientan y huelan una civilización remota como si fuera su propia realidad”. Alejandro Amenábar, Director de cine.

Declaraciones como las del director español y eslóganes de películas, como la de “Munich” de Steven Spielberg en 2005, muestran la intención de Hollywood de presentar ante el espectador una realidad filmada (Eslogan de “Munich”: El mundo vió en 1972 cómo 11 atletas israelíes eran asesinados en las Olimpiadas de Munich. Ésta es la historia de lo que pasó después). A pesar de las posibles intemporalidades que presentan estas películas según los expertos, su resultado en taquilla son más que positivos. Más allá de las películas de “Espartaco” (S.Kubrick, 1960) o “Cleopatra” (J.L. Mankiewicz, 1963); la nueva generación de superproducciones históricas comenzó en el año 2000 con la película “Gladiator” de Ridley Scott. Una película cuyo coste no superó los 103 millones de dólares, recaudando 187 millones de dólares en taquilla. Su rentabilidad abrió las puertas a nuevas superproducciones (como por ejemplo, “Troya” que costó 175 millones de dólares y el “Reino de los cielos”, cuya cifra asciende a los 130 millones), con numerosos errores históricos.

Los expertos se mueven entre dos posturas ante este tipo de películas: la crítica férrea y el aprovechamiento del cine para dar importancia al estudio de la historia, en decadencia dentro de las universidades.

Crítica
Según los historiadores existen dos problemas que impiden ver las películas históricas como reales a pesar de que las productoras las presenten como tales. El primer problema se debe a los ya comentados errores históricos :

GLADIATOR (R. Scott, 2000): Una película que empieza y termina en un invento histórico cinematográfico. La película comienza con el asesinato de Marco Aurelio (121-180 d.C) por su hijo Aurelio Cómodo (161-192 d.C) con la intención de hacerse con el poder. Sin embargo, en la realidad, no sólo Marco Aurelio murió por causa de una enfermedad sino que aseguró el poder de su hijo nombrándole César en el año 166 d.C y compartiendo ambos el poder hasta el año 177 d.C.

TROYA (W. Petersen, 2004): Más allá de que se pueda ver un avión sobre la cabeza de Aquiles o un reloj en un soldado heleno, la historia presentada por Hollywood se desvía en más ocasiones de la epopeya del rapsodo Homero. Un ejemplo es la relación entre Aquiles y Patroclo, presentada cinematográficamente como una relación entre “primos”, mientras que en los versos de Homero se muestra una relación de amantes. Otros ejemplos son la muerte de Aquiles o Ajax: Aquiles nunca entró en troya, a pesar de que la película sitúe su muerte en un jardín de la ciudad. Ajax, a pesar de su espíritu guerrero, no muere luchando sino que se suicida tras un momento de locura.

Fotografía: avión en la película “Troya”

BRAVEHEART (Mel Gibson, 1995): En este caso no sólo se producen inexactitudes en cuanto a los personajes, ya que William Wallace procedía de una familia noble, sino que además se producen errores de vestuario ya que en la época de la revuelta escocesa los soldados no llevaban ese Tartán característico que se popularizó 300 años después. Además, la pintura azul de guerra utilizada por Celtas y Pictos, ya había caído en desuso en el siglo XIII.

El segundo problema de las películas históricas pasa por aceptar los únicos recursos literarios y pictóricos que tenemos como reflejo de lo que realmente ocurrió en siglos anteriores. Ello, sin tener en cuenta que los discursos de la historia están hechos por lo vencedores, y que no es infrecuente, que aquellos que vencían manipularán la historia para presentar una visión maniqueísta de lo ocurrido. En el cine, nos encontramos con escasos ejemplos que intenten salvar este obstáculo y que sustituyan la simplicidad de un historia por el esfuerzo pseudo-periodístico de abarcar distintos puntos de vista: “Banderas de nuestros padres” y “Cartas desde Iwo Jima” dirgidas por Clint Eastwood, intentan mostrar la batalla de Iwo Jima desde el punto de vista americano y desde punto de vista japonés.

Aprovechamiento del cine y solución
A pesar de los problemas que nos presentan las adaptaciones cinematográficas, historiadores como R. J Raack señalan la necesidad de que la historia aproveche este formato:

“las imágenes son más apropiadas para explicar la historia que las palabras. La historia escrita convencional es incapaz de mostrar el complejo y multidimensional mundo de los seres humanos. Sólo las películas pueden aproximarnos a la vida real”. R.J. Raack

Además el cine es la forma de llevar sucesos que ocurrieron hace varios siglos a la actualidad de los jóvenes. La solución al problema según Abraham Zylberman, profesor de Historia y Ciencias Judaicas, sería que las productoras señalarán claramente qué tipo de documento cinematográfico presentan: una ficción histórica o una reconstrucción histórica. Según A. Zylberman “Las primeras son las que evocan un pasaje de la historia o se basan en personajes históricos con el fin de narrar un acontecimiento pasado, aunque el enfoque histórico no sea tan riguroso, acercándose más a la leyenda o al carácter novelado del relato”. En el segundo caso, “Los filmes de reconstitución histórica son aquellos que –con voluntad directa de “hacer historia”– evocan un período o hecho histórico, reconstruyéndolo con más o menos rigor, dentro de la visión subjetiva de sus autores”.

“No sé por qué no se sigue el justo medio; el hombre inteligente va más allá, y el imbécil se queda más acá”. Confucio

1 comentario:

  1. Me ha parecido una entrada muy entretenida. Yo apoyo las películas basadas en algún aspecto de la Historia, porque creo que crean interés en torno a hecho que, de otra manera, muy poca gente conocería, pero es cierto que debería especificarse si son hechos con una base real pero ficcionados, si son ficciones sin ninguna base real, etc.

    Pilar

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