martes, 12 de mayo de 2009

El Arqueológico de Murcia ahonda en las intimidades de Hispania

Muchos son los temas tabú hoy en día que en la antigüedad gozaban de mayor libertad de tratamiento y obra. El sexo es uno de esos temas. Por ello, El Museo Arqueológico de Murcia acogerá hasta el día 5 de Julio una exposición sobre los hábitos más íntimos de la civilización romana. La muestra “Sexo y erotismo: Roma en Hispania” estará dotada de 85 piezas procedentes de 23 museos nacionales. Es la primera vez en España que se reúnen todas las piezas de temática sexual para el conocimiento del público. Esta exhibición recorrerá 8 ciudades españolas tras terminar su tiempo de exposición en Murcia.

Sexo y erotismo: Roma en Hispania

Por Alejandro Parrilla (ActaDiurna en CeroPretensiones)

Normalmente hablamos de la inteligencia, la arquitectura, la belicosidad o incluso de la gastronomía de Roma. El Museo Arqueológico de Murcia se ha planteado la siguiente cuestión: ¿Por qué no hablar de los hábitos sexuales de los romanos? Con la intención de contestar esta pregunta, la exposición recoge numerosas obras con la colaboración del resto de museos nacionales: Museo Nacional de Mérida, Museo Arqueológico de Madrid, Museo Arqueológico de Tarragona, etc. Estas aportaciones han permitido “ofrecer un conjunto inigualable con algunas piezas nunca antes expuestas al público", según afirma Enrique Ujaldón (Director general de Bellas Artes y Bienes Culturales). Todo ello con la intención de mostrar ante el público “aspectos íntimos y menos conocidos de la época romana”. Una exposición para acercarse al mundo romano sin tener que acudir a la ficción.

Secciones
La exposición se divide en tres secciones. En la primera, denominada “Sexo y fecundidad: a la espera de Roma”, podremos ver la concepción del sexo en la cultura prerománica ibera a través de piezas realmente arcaicas. Los romanos llegaron, hicieron el sexo y lo cambiaron todo, bajo una reinterpretación del “veni, vidi, vinci”. Los iberos, gentes de fuerte ortodoxia vital, seguían concibiendo el acto sexual como la acción reproductora salvaguarda de su estirpe. Los ritos para asegurar la fecundidad de la tierra, el ganado y los seres humanos era muy comunes en la época primaveral. El futuro generacional de los iberos quedaba en manos de la voluntad de la diosa Astarté. Podremos ver obras de gran valor, sin ocultismos.

La segunda sección se denomina “Los dioses: amar también es divino”. Es ya en esta sección cuando entramos en las prácticas de la cultura romana. Una cultura que recogía en una misma diosa, la conocida Afrodita-Venus, la voluntad del amor y el culto al placer sexual fruto de la pasión.

La tercera sección entra en el mundo más terrenal y libertino bajo el título de “Los hombres: el sexo sin pecado”. Este apartado es uno de los más interesantes, pues es el mundo terrenal el que conocemos y en el que no hemos evolucionado o pervertido tanto como creemos: ya existían los burdeles, las prostitutas de calle, los proxenetas, las orgías, la bisexualidad, etc. No podemos ver las intrigas de la villa del señor romano, más que a través de la ficción, o a través de exposiciones como la del Arqueológico de Murcia. Porque aunque nos creamos adelantados en libertades, la cultura nos recuerda como el péndulo de la historia ya inventó el Carpe Diem.

Sexo y erotismo: Roma en Hispania

La muestra que completa la exposición es “Ocio y placer en Pompeya”, una ciudad al sur de Nápoles, que recogía un gran número de burdeles situados en las plantas superiores de las casas y tascas de la época. No era infrecuente encontrar en las paredes de las ciudades romanas pinturas con representaciones obscenas con la intención de desprestigiar a cualquier ciudadano romano.


Obras mas relevantes
Ara de las Ménades. Museo Nacional de Mérida
Masturbador de Porcuna. Museo de Jaén
Pintura mural con un falo eyaculando. Museo de Murcia
Figuras de bronce con exvotos desnudos. Museo Arqueológico Nacional


Una historia de sexo en Roma.
En el siglo I d.c gobernaba en Roma el emperador Claudio, el cuarto gobernante de la familia Julio-Claudia. Tras su dos matrimonios anteriores, el emperador se casó con Valeria Mesalina. Cuenta el mito de esta mujer que su mayor característica era su promiscuidad y su ninfomanía. La historia, narrada por el poeta Décimo J. Juvenal, cuenta el relato de una curiosa competición.

Mesalina, orgullosa de su lascivia, lanzó un reto al gremio de prostitutas de Roma. Su intención no era otra que batirse en duelo con una de las rameras de la ciudad, para comprobar cuál de ellas podría satisfacer a más hombres en un día. Así, Lycisca (apodo de Mesalina) y Escila, una fulana de Sicilia, se batirían en un duelo carnal durante una noche, mientras que Claudio organizaba sus defensas en Britania.

Muerte Messalina.

Llegada la noche, tras hacer gritar de placer a 25 hombres, la prostituta Escila se rindió. Dice la leyenda que la emperatriz superó la cifra llegando a satisfacer a 70 romanos. La fulana de Sicilia tan sólo pudo decir: “Esta infeliz tiene las entrañas de acero”. Su desfachatez llegó al punto de casarse con uno de sus amantes, el cónsul Cayo Silio. Los rumores de conspiración contra el emperador pusieron a Claudio en alerta, a raíz de la información aportada por su liberto Narciso. Como solía ocurrir en la Roma imperial, los errores y los rumores eran pasados a cuchillo. Messalina y su amante murieron decapitados por órdenes de Claudio. Una “historia de cuernos y venganza” de hace 20 siglos. Los sentimientos son atemporales.



El sexo es la broma más grande que Dios ha hecho a los seres humanos. Bette Davis.



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